Un blog independiente por opinión, irreverente y apasionado, realista y soñador,
escrito por Arturo Castelán,
Fundador de Mix México: Festival de Diversidad Sexual en Cine y Video

martes, 13 de julio de 2010

TAXIDERMIA


Atrapada en medio de la neblina de un recóndito lugar húngaro –así como entre dos discursos taxonómico/ familiares con las que abre y cierra el filme-, la familia del capitán Balatony tiene como esclavo a un sirviente con labio leporino y tendencias a la piromanía, que actúa de manera militar bajo los mandatos salvajes de éste. Su escape es la masturbación compulsiva –a veces interrumpidas por las condiciones climáticas o los animales que la atestiguan- y una serie de fantasías sexuales, extraídas perversamente de libros para niños, que hacen estallar su cuerpo como bengalas y que posicionan sus fluidos corporales como parte de la Vía Láctea. Su muerte da paso a la existencia bastarda del hijo del capitán, un obeso llamado Kalman, concursante de comilonas asquerosas capaces de dejar atoradas las mandíbulas de éste ante el fastidio de su padre –ahora vuelto entrenador feroz- quien vive frustrado por los estándares que su padre le impone y enamorado de Gizo, otra obesa y promiscua concursante con quien vive romance endulzado por las canciones de Bebel Gilberto. De esta unión nacerá Lajos, quien con el tiempo acabará convertido en un esquelético taxidermista amargado por el abandono de su madre y las brutales deformaciones corporales de su padre quien ira degenerando en una plasta de odio y grasa devorada por sus gatos. Estamos entonces ante tres generaciones en las que, de manera ambigua, sus cuerpos se vuelven cárceles, sólidos refugios de sus almas pisoteadas, y también, sus principales enemigos.

En el Cine del Cuerpo (descendiente directo del cine experimental, de Cassavettes, los hijos de Saló y partícipe del movimiento Dogme), éste esclaviza y se impone creando su propia estructura narrativa y organizando una estética visual alrededor de su movimiento, su peso, sus necesidades o su lugar social, ya sea mediante una revuelta contra sí mismos (en los filmes de Cronenberg), un sometimiento a sus necesidades sexuales (como en los filmes de Catherine Breillat, Joao Pedro Rodrigues o el más que devastador cortometraje Diary of a married man de Lech Kowalski), su enfermedad (como en La muerte del señor Lazarescu de Cristi Puiu), su reorganización metafórica militarizada (a lo Dennis) o al desmembramiento y la autopsia, como en Taxidermia, donde el cuerpo es atrapado, destruido, reconstituido, reconstruido, metaforizado y hecho explotar a través de una fábula perversa de humor negro post-gore que remite visualmente también de manera enrarecida y con muy mala entraña al realismo mágico europeo que aparece siempre bajo una capa encantadora en los momentos fantásticos de cintas como Leólo de Leuzon, Amelie de Jeunot y C.R.A.Z.Y. de Vallee.

Cualquier intento de resumir Taxidermia, la ópera prima de Palfi Gyorgy, palidecerá ante el portento visual que el director nos ofrece. Digna de una multiplicidad de interpretaciones, su puesta en cámara revela un grado obsesivo de control sobre la imagen –big close ups sobre detalles del cuerpo, utilización mezclada de grandes angulares y objetivos cortos, filtros verdes, movimientos de dolly fluidísimos o circulares a la vertical-, una fotografía derivada tanto de la niebla griega de Angelopoulos como la estilización de Sokurov, que estará lista para usarse como referente visual a futuro, una actuación estilizada en tono de farsa –con actores atrevidos partícipes de arriesgadas escenas- y un montaje viril, de tajo –con el que se nos noquea plano por plano.

Satirizando y subvirtiendo el espíritu de competencia, el potencial de la fantasía erótica, el fascismo del cuerpo y las relaciones macho dinásticas, el arte de Gyorgy ciertamente apabulla y no dejará un solo espectador indiferente. Taxidermia es una historia de emasculaciones. No habrá un solo nervio viril que permanezca sin ser galvanizado por la potencia de unas imágenes shocking que igual ilustrarán feroces fantasías sexuales, varios concursos de gula con sus posteriores consecuencias, un corte de ombligo y una venganza que acabará encumbrada como una forma de arte a lo Hirst.

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