martes, 13 de julio de 2010
PRINCESS
Este hiperviolento largometraje de animación arranca con una mujer embarazada que está siendo filmada teniendo sexo con otros dos hombres para un video porno: en eso consiste la carrera de ésta mujer conocida en su mundillo como Princesa, y éste es el principal factor de distanciamiento entre ésta y su hermano August, un sacerdote de cuyas creencias ella hace mofa. Después del asesinato de ésta, August se ve obligado a cuidar a su sobrina Mia, de cinco años; y ante la explotación literal que vivió su hermana, decide abandonar sus conceptos de fé y perdón para descender y vengarse de los que destruyeron a su hermana, y de paso, aliviar la soledad y el abuso al que ha sido sometida Mia desde su gestación.
Conocido internacionalmentre por su cortometraje anterior sobre el falso asesinato del fotógrafo erótico oriental Araki, el danés Anders Morgenthaler retoma en Princess, su extrema ópera prima de largometraje, tres influencias severas sobre su trabajo: la primera es una fascinación estética alrededor de las formas simples y geométricas de la animación japonesa televisiva reciente (una animación alejada de las propuestas manieristas y gloriosas de Miyazaki), misma que ya había revelado en su mencionado corto. Todo parece demostrarnos que de la sencillez de éstas ilustraciones habrá simper de estallar el más terrible infierno.
La segunda influencia que nos muestra es una utilización del recurso de la cámara digital en mano a lo Dogme 95 (por ello no es de extrañar la presencia de la productora Zentropa, de Lars von Trier). Este recurso le sirve para ilustrar el pasado de Princess y toda la utilización a la que se somete en su carrera, dirigido por Morgenthaler -y con actores reales- mediante lo que podríamos definir como una invocación (nunca atendida) al porno hardcore.
Y de ésta última se desprende un tercer punto de lectura, que es la muy difícil posición del director respecto a la pornografía y la violencia. El mismo confesó en una entrevista lo siguiente: “No soy puritano ni me escandalizo. Pero tengo mis ideas y ya no soporto esta indiferencia liberal hacia la pornografía”. Lo que nos deja entonces con una lectura la más de las veces condenatoria, radical y reaccionaria, como si hubiera estado reescribiendo al protagonista de “Taxi Driver”, filme al que hace eco. Para Morgenthaler, el sexo es un abismo, los mecanismos de la fé son intercambiables y la violencia un mal menor.
Por ello, no es de extrañar pues, la construcción de sus personajes: August, el protagonista, es un sacerdote que ante los abusos que él cree presenciar en antiguas cintas sobre su hermana, renuncia a su votos, se acerca al mundo de ésta, deriva en ángel exterminador y salvador de su sobrina, bañándose de sangre para lograr su objetivo: la redención sadiana a través de lo abyecto. Mientras que Mia, se nos presenta como una chiquilla-objeto con brotes de violencia y sobresexualización que utiliza como agallas para vivir en un mundo habitado por predadores de todo tipo. Su única identificación con las mujeres se ha dado a través de los aspectos sexuales de su madre y habrá de intercambiarla por la rígida ética de conducta patrocinada por su fanático tío.
Entre la crítica y la explotación, subyace una historia oscura, hiperviolenta, bizarra y en muchos casos hasta macabra. Y esas son las propuestas vituosísticas estéticas de “Princess”. De weva.
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