Un blog independiente por opinión, irreverente y apasionado, realista y soñador,
escrito por Arturo Castelán,
Fundador de Mix México: Festival de Diversidad Sexual en Cine y Video

sábado, 17 de julio de 2010

INVERTIDO



Es una silla de metal cromado la que utiliza en la oficina. Está forrada en malva con algo parecido al terciopelo y la ruedecillas perfectas son capaces de llevarla con un leve empujoncito de sus pies, al otro extremo de la recepción.

Acostumbra cruzar las piernas por debajo del escritorio cuidando que su mini no suba demasiado aunque la posibilidad de alguien le observe la ropa interior a través de la formaica es nula.

Usa el cabello recogido en trenza de Francia, unos mechones rubios lamiendo su nuca. El maquillaje consiste en doble capa de rimel, blush discretísmo bajo los pómulos hacia las sienes y un piquete labial cereza. Su boca es pequeña como un pellizco.

Contesta agudo pero suave: - Buffet Principal.
Aunque en las mañanas su voz sea ronca ronca al proferir un: - Coño.
tras aplastar el despertador con el puño.

Bruce se burlaba de ella porque decía "coño" en vez de "verga" al enojarse.
- Utilizas tu sexo como si fuera una peladez.

Pero se equivoca, Lety utiliza las cuatro letras juntas cuando necesita un desahogo, cuando necesita sentir y reclamar un placer. Lety valora mucho su coño, aunque nadie lo crea.

Bruce envidiaba su voz matutina. La suya era rica en matices, tan rica que al hablar por teléfono, nadie sabía si decirle señor o señorita.

Lety sí.

- Dígame señorita Bruce.
- Perra. ¿Podrías llegar un poco más temprano esta noche? Quiero presentarte a alguien.

Llevaban viviendo juntos un año y cada mes Bruce hacía reciclaje de amantes pasándoselos a ella.

El era un experto cazador de hombres vírgenes homosexualmente, casados y fáciles de deshechar para ambos (Sebastián como seropositivo ansiaba morir con mil hombres en su recuerdo, la rugosidad de mil condones mordiéndole el culo y ser el secreto oscuro en el pasado de todos ellos. Denny estaba terminando su carrera y deseaba ascender de puesto rápido, sin marido o novio que se interpusiera).

- Está bien. ¿Cómo se llama?- Escuchó unos golpecitos por el auricular.
- No entiendo Morse.
- Ya verás.
- ¿Cómo es?
- Calma, Lety. Cal-ma.

Con ello basta para tener relajada a la hiperactiva ésta: extiende las palabras unas micras de segundo más, los ojos se hacen pequeños lagos de brillantes y unos hoyuelos divinos aparecen en sus mejillas.

Sí. Lety es hermosa. Y todos los que pasan por recepción aprecian esos sutiles cambios de humor la víspera de una prometedora cita.

Por fortuna, su periodo había terminado un día antes. Tomó la toalla limpia aunque usada, de su braga oscura (le encanta ver el parche blanco brillando tras el encaje) y después de hacerla un rectangulito para arrojarlo por el water, salió puntual de la oficina, bolsa de chárol en mano.

Recuerdo que viéndola entrar al ascensor, de inmediato aluciné con esa belleza oscura pues yo llevaba unos zapatos que hacían juego. Ella no lo notó. Ni mi suéter rojo que compré para recibir por él un halago de Bruce. Ni mi altura.

(- Eres muy alto- me diría en la mañana tras levantarme desnudo de la cama -...y guapo.)

@

- Qué lindos! Juntos los dos!

Esa noche yo iba presto a que Bruce me arrancara el suéter apenas apareciera en la puerta, que me mordiera las tetillas cerrando de un empujón la puerta y que su mano se encargara de descubrir mi erección.

Quería mojarle la plama del líquido transparente que embarraba en los labios antes de besarme, que su lengua me atragantara y sus dedos urgaran entre mis nalgas.

Pero en vez de su
- Cómo te extrañé, putito.
me presentó a Lety.

- Tu bolsa es hermosa - le dije, esperando que emprendiera graciosa huida. Pero no fue así.

A sus pedidos, me senté y puse cómodo abriendo un poco más el cuello de mi camisa para que así notara Bruce el chupetón que me había dado el fin de semana.

- Voy por cervezas al súper. No tardo - dijo él tomando las llaves de mi auto.
- Te acompaño.
- No tardo.
- Quédate a hacerme compañía - susurró Lety con los zapatos en la mano, los tacones de punta haciéndole daño a la bolsa de chárol.
- No me tardo - repitió él.



@

Acompañé a Lety por todo su trayecto de relajamiento. Un trayecto que le regresa el alma -perdida en la oficina- al cuerpo -imperioso despojado de ropa- una vez que pone el pie sobre la alfombra de su apartamento: en el cuarto bota los zapatos, en un cojín la maravilla de charol, el saco sobre el gancho del baño interior, cigarro entre los labios y el encendedor -que iba a ser regalo para Bruce- lo estrené sobre su punta.

Observé la arruga formándose en las medias oscuras de Denny a cada paso suyo. Estaba inquieto: Bruce me había ligado en el súper como segunda opción, después que el acomodador de legumbres lo mandara mucho a la chingada.

(Eso hasta entonces no me había importado porque justo al conocerlo entró de golpe toda la luz al interior de mi clóset,, y fue tan intensa que no tuve más remedio que salir: me separé de Paola, descubrí lo cómoda que me había resultado la unión libre y lo aterrador que sería llevar una relación así con Bruce.
Salir, acoplarme a la idea de que no era malo el que se me fueran los ojos tras cualquier falda o pantalón y morir de miedo siempre que lo escuchaba mencionar el súper.
Sus ojos mirando los brazos del encargado. Babeando.)

-...Siempre usa condón.
¿De quién hablaba?
- No hay por qué preocuparse -dijo terminando su explicación.
- ¿Bruce ha tenido muchas parejas? - perdido en alguna parte de su monologo y aprovechando que hablaba sobre sexo seguro, le hice la pregunta.
- Más que yo sí. Y tiene buen, muy buen gusto.
Diablos!
- Pero no te sonrojes.
- Es el reflejo de mi suéter - y de mi rabia y de sus veinte minutos ya, comprando cerveza.
En la cocina fue que sacó del refri una Bohemia: - Tómate una.
- ¿Adonde fué entonces?
- A comprar AZT.



@

La botella verde, su líquido, se entibió entre mis muslos. Pero la sensación de una escarcha barnizándome la entrepierna, no desapareció ni con su aliento agitado, ni con su pequeña lengua caliente: una pluma de carne incapaz de ofrecer cosquilla alguna.

Sus labios alcohólicos, los vestigios de cerveza escondidos en sus encías, dientes pequeños recién bañados mordiéndome y estrellándose contra los míos hasta que abrí la boca.
- Eres lindo, Arturo. Lindo.

Me tomó de las manos y ocupó sus cuencas con los senos lindos y pequeños de punta filosa. No había notado que los llevaba sin sostén. Nunca lo ha necesitado.

(Bruce tampoco llevaba ropa interior. Se abrió el cierre frente al mingitorio y su falo brincó hacia fuera derramando sin querer un chorro de orina en el piso antes que su mano lo dirigiera correctamente. Luego lo manipuló mostrándomelo una vez erecto, con una sonrisa que me obligaba a recibirlo en mi boca, de rodillas.)

Sus uñas largas recorrían con destreza el pecho, mi suéter cereza le sirvió de tapete y el vello húmedo de mi abdómen como desmaquillante.

Era linda, terriblemente linda y a pesar que que su voz era delicada y cristalina, ésta se imponía sobre mi seco y profundo tono grave:

- No deberíamos.
- Relájate.

(- A tí no te va a doler- me dijo de espaldas, separando sus glúteos con las manos, un hueco ansioso enmedio.
Deslicé mi primer condón sientiendo que me apretaba y al mismo tiempo, tuve trabajo en distinguir cuáles eran las arrugas de prepucio y cuáles las de látex. Cuáles podría jalar y cuáles no debería arañar.
- Que no te apriete. No es media.
Y luego, pequeños golpes. Bruce me aconsejó que me escupiera hasta dejar mi pene chorreando, listo para entrar en su grieta sin cortapisas.)

Lety no se detuvo. Hubo un momento en que incluso hizo que callara metiéndome un pezón en la boca. El pezón sin arracada, porque ese lo manipulaba ella enseñándome cómo debía de jalarlo para causarle dolor, mas no daño.

(Al principio fué confuso; tanto gemido y bufeo me hizo imaginar que lo estaba partiendo en dos. Momentos después comprendí que era un exagerado y que el griterío formaba parte del rito para alejar mis fantasmas de culpa y llamar a los suyos -recuerdos y fantasías.)

Se montó en mí. Pero ella fue el equino. Las riendas: su arracada de luna y mi mano golpeada por su yugular.
Me derramé. La confusión y el coraje me formaron lágrimas viscosas y aceradas que se escurrieron grumosas hacia las sienes. Eyaculé sal y un mar de llanto.

(Aún me sentía dentro cuando vi su culo alejándose en el andén. Enmedio del mapamundi iba la hoja de mi cuchillo, mientras el mango colgaba sobre mi escroto. Nostalgia del entierro.
Regresé con Paola sin filo. Mis lagrimales invertidos donde se hallaban mis túbulos seminíferos y viceversa.)

- Es su especialidad - me explicó Lety, el ascensor bajando, ambos preparados para un día de trabajo.
- ¿El qué?- ¿El no regresar a dormir cuando invita a alguien a su casa? ¿El no revelar que es seropositivo? ¿Cazar hombres para una jotera?
- El invertir a sus parejas: de hetero a homo a hetero a bicicleta.
- ¿Y tú qué te consideras? ¿Su pinche tapadera? - me enojaba su actitud "así es la vida: Aprende." Me enojaba más que el que llevara la misma bolsa del día anterior con zapatillas rojas. Pero ella no se inmutó: en su sonrisa un par de tacones escarlata en vez de colmillos:

- Yo soy su cómplice. Y la primera mujer que te ama porque eres puto.

Par de vampiros cegados al abrirse el elevador. Un día de trabajo más.

No hay comentarios:

Publicar un comentario