domingo, 4 de julio de 2010
AMOR SIN ESCALAS
Una historia de armaduras: las que todos se ponen para vivir del trabajo más desgraciado/desgraciable del universo. Armaduras que permiten esconder la desesperación por la soledad, ya sea en la juventud, durante la soltería o con una relación insatisfactoria. Armaduras de la hipocresía: de una sociedad que mide la felicidad a través del éxito y la derrota, de la creación de la persona a través de su chamba y su destrucción al serles relevados del deber…
La presencia de George Clooney, quien ha heredado el atractivo endemoniado treintón/cuarentón del sempiterno Cary Grant, hace de su personaje en Amor sin escalas (Up in the air), un encantador y fascinante hombre que trabaja despidiendo gente, aún cuando se revela como un patético ser incapaz de sostener una relación. Anna Hendrick (la misma de Crepúsculo, sólo que aquí mejor dirigida) es su Némesis, una chamaca recién graduada que piensa erróneamente el poder hacer más eficiente a través de la red el sistema de despidos alrededor de los Estados Unidos, sin necesidad de involucrarse emocionalmente. Y, last but not least, Vera Farmiga (la revelación de “Los Infiltrados” de Scorsese) hace lo propio como una mujer obsesionada por el millaje y que aparenta tener los pies en la tierra que se conforma con un hombre de sonrisa atractiva (según ella, aunque -nada tonta- en la cama tiene a Clooney).
Lo mejor de la peli: la escena de consuelo de los viejos lobos de mar en contraposición de las fantasías adolescentes que aún maneja el personaje de la Hendrick, donde los tres redefinen el sentido de la conformidad: el filme de ahí parecía despegar con fuerza hacia el cielo de la comedia crítica americana (a lo Hawks, a lo Wilder), pero demasiada altura le causa vértigo al guionista y de ahí se va al sicologismo habitual del guión a la Syd Field.
Nunca fui fan de “Gracias por fumar” (Thank you for smoking), pues la audacia calculada en el cine, me parece parte fingimiento, aún cuando sea de izquierda, y el miscast de Katie Holmes –con una supuesta intervención (nunca bien desmentida) de su marido Tom Cruise para evitar que tuviera escenas eróticas- me hablaba de un director endeble. Sin embargo “Juno” me pareció atractiva, llena de disyuntivas, compleja y firme en su dirección de actores. Discursiva quizá, pero con un guión estimulante –y galardonadísimo- de la enloquecida Diablo Cody. Aquí en “Amor sin escalas” de nuevo hay un guión firme, pero me parece que repite los esquemas de la tragicomedia americana, aún cuando sus personajes son contemporáneos, agridulces, antiestereotipo.
Para desgracia del director (hijo del muy certero y exitoso Ivan “Los cazafantasmas” Reitman –aquí productor), la situación me hizo recordar a “Un tropiezo llamado amor” (The accidental tourist) de Lawrence Kasdan y los personajes y la tragedia alrededor del suicidio, a la obra maestra “Piso de soltero” (The apartment, en la foto) de Billy Wilder. Pero después me enteré que a Reitman se le enfriaron los pies cuando leyó en el libro en que se basa la historia, que el protagonista muere de cáncer -lo que sin duda hubiera funcionado muy bien a nivel narrativo. Y eso hace que ante el maestro Wilder, el joven viajero Reitman tenga muchas millas que recorrer –aún cuando su rostro desencajado ante el triunfo de Cameron en los Golden Globe Awards, nos permita ver que él cree todo lo contrario.
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