Un blog independiente por opinión, irreverente y apasionado, realista y soñador,
escrito por Arturo Castelán,
Fundador de Mix México: Festival de Diversidad Sexual en Cine y Video

domingo, 21 de agosto de 2011

UN LOCO Y ESTÚPIDO AMOR O EL JUEGO DE LA CARNE

Una amistad masculina desigual y homofílica a lo Billy Wilder. Mujeres que toman decisiones que las ahogan con dudas a lo Mankiewicz, o las embriagan de felicidad a lo Cuckor. Situaciones que arriesgan ética, sentimientos y lógica en escuela, oficina, bar y hogar a lo Hawks. El encontronazo de la madurez con el sexo, la obsesión amorosa, el arduo trabajo de mantener, establecer y lograr una vida sentimental más o menos satisfactoria en una sociedad dispuesta a volver maquinal el deseo: todos los ingredientes y los mejores estilos para una comedia sofisticada.



Hay que aprenderse los nombres de Glen Ficarra y John Requa. Ambos son los directores de esta extraordinaria comedia “Un loco y estúpido amor”, quienes también nos brindaron el año anterior una obra inclasificable que tocaba a fondo y rehuía con gracia todos los géneros cinematográficos en menos de dos horas: la sensacional “I love you Philip Morris”.



Con otro reparto sensacional encabezado por un enfebrecido Steve Carrel en ese papel de olla express a punto de estallar que le sale tan bien, un seductor férreo e imposiblemente centrado dentro y fuera del juego de la carne Ryan Gosling, una abrasiva Marisa Tomei, una jodidonamente hermosa Julianne Moore y una vivaz Emma Stone que aquí también huye con resilencia y gracia como en Zombieland de otros muertos vivientes, en esta película el dúo directorial decide tocar algunos temas y personales que Todd Solondz ha explorado en filmes como Happiness y Life During Wartime.



Pero una de las cosas que salva a este filme de la estridencia abrasiva del mencionado director, es que, aunque también le otorga una aparente desestructuración a la trama moviendo elegantemente su centro de situación en situación, la presencia de técnicas narrativas depuradísimas y una puesta en cámara de amplio registro están encaminada a mostrar unas actuaciones perfectas menos duras, más estereotípicas quizá, pero más efectivas en cuanto a su alcance, identificación y gozo por parte del espectador.



Puntos altos: una historia que parece sobrepuesta (la de una jovencita –vampiresa espiritual- que no se quiere dejar seducir por el Casanova profesional) acaba acomodando las piezas hacia el final; los tonos homofílicos de la amistad masculina se juegan homosexuales visualmente en una escena que compromete a sus actores principales en la puesta en escena para ofrecer un arriesgado gag visual; el bar teatralizado de neones rosados en que ocurre el encuentro de los amigos tiene algo del de “Pasiones privadas en lugares Públicos/Coeurs” de Alain Resnais; y de hecho, bien se puede decir que todo el filme es más un abrazo a la simetría temática, estructural y visual de los filmes del maestro francés, que al tono buñueliano que Solondz en algunos momentos llega a lograr.



Una de las mejores películas de este año. No vaya CORRA A VERLA!

Costo del boleto: 50 pesos

Precio real: INVALUABLE

miércoles, 10 de agosto de 2011

CUITAS DEL PRODUCTOR/ DIRECTOR GAY DEL MOMENTO

Ryan Murphy no sólo produce Glee y su spin off The Glee Project y el nuevo programa American Horror Story con Dylan MacDermott y Jessica Lange a la cabeza de su reparto. También dirigió Comer, rezar y amar y llevó a la TV la serie más perversamente homofílica en años llamada Nip/Tuck. Su sello se compone de repartos estupendos, música pop, Bacharach, desnudez masculina, excelentes actores invitados y guiones enloquecidos y perturbadores de velocidad demoniaca. Ahora en The Glee Project hemos tenido la oportunidad de conocerlo más en su faceta de productor y la tercera temporada de Glee, en la que él mismo ha confirmado que muchos personajes dejarán la serie, es la que nos ha dado una imagen de él mismo que no le gusta nada y que quizá ni siquiera sea cierta: la del productor megalomaniaco.



Si bien Murphy ya les había dicho “fuck you” a los Kings of Leon por no prestarles música para Glee; y había aguantado “vara” el que éste programa fuera nominado en 12 categorias a los Emmy –sin que lo nominaran como director o escritor-; recientemente la prensa manipuló cierta información que hizo que los actores Leah Michelle y Chris Colfer se sacaran de onda al enterarse por Twitter de que su personajes desaparecerían en la cuarta temporada de Glee. Sus respuestas desconcertadas hicieron que Murphy –aparentemente hasta el momento- desechara un spin off del programa en la escuela de música de Juilliard en Nueva York, convirtiéndose –en su palabras- en el “Anticristo” de las semanas pasadas…



Ahora, justo después del escándalo y en mero estreno de "American Horror Story" empieza a buscar limpiar su imagen. Uno de los modos elegidos ha sido disculparse en los medios con los actores sorprendidos y a través de una muy suya humildad en la que acepta que la primera temporada de Glee fue “grandiosa” y que esta segunda nomás le quedó “bien”.



Como bien dice, él es el responsable de las series, su éxito y fracaso, pero quizá necesita endulzarse más, sobre todo teniendo una cámara encima como la que le otorga el reality The Glee Project. Sin embargo, es un gran signo de los tiempos el que éste hombre fuera del clóset, sea en este momento uno de los más poderosos realizadores de Hollywood –y el mundo. “Desde niño he sido uno al que amas u odias. Ahora soy un adulto así- al que amas u odias!” eso ha dicho el señor Murphy, pero Mix le ama: en este momento prepara la adaptación de una obra teatral gay impresionante que modificó al Broadway de su momento y que incluso Barbra Streisand trató de llevar a cabo en el Hollywood homofóbico de principios de los 90. Su nombre es “The normal heart” de Larry Kramer. Con Mark Ruffalo y Julia Roberts a la cabeza.

BASTARDOS SIN GLORIA: CAPITÁN AMÉRICA Y DULCE HIJO



En cartelera comercial una, en Cineteca Nacional la otra, pero ambas comparten textos fílmicos cuestionables, estéticas impresionantes y sobre todo la presencia de un actor mitologizable de manera instantánea debido al poder que otorga la pantalla de plata sobre el rostro y el cuerpo de algunos seres humanos.



Fuera de la historia aspiracional elevada a mitología y una trama predecible rodeada de poderosas dosis fantásticas, la estética de Capitán América de Joe Johnston utiliza con descaro las propuestas de la cinematografía europea con filtros dulcísimos que refritean a los fotógrafos de Sokurov (como Aleksandr Burov, que trabaja con filtros mandados a hacer por él) o de Jeunet (Bruno Delbonnel) y se bastardiza con unos azules encimados por allí y por allá para que todo se vea muy moderno (si así se le puede decir a la captura de ese tipo de luz de espadita Star Wars de hace ya casi cuarenta años). A su favor, la presencia enorme y gloriosa del actor Chris Evans quien desde su primera aparición en cine comercial (No es otra tonta película americana, Los cuatro fantásticos) ha permitido glorificar su condición de Beefcake con sentido del humor y esta vez con un extraño pathos y ternura bisexual mal correspondida por sus frígidos compañeros de reparto Hayley Atwell y Sebastian Stan. Una dirección acartonada y tibia que asumo le aterra mal quedar con los seguidores de la tira cómica…



Al que no le aterra quedar mal con los seguidores de Frankenstein es a Kornél Mundruczó, quien para vender su más o menos inquietante telenovela “Dulce Hijo”, le añade a su título original un subtítulo sobre el clásico Frankenstein de Mary Shelley. La historia es la de un hijo perdido que sale de la cárcel para encontrarse con la madre pinche que no lo puede amar, que se involucra en un casting que por mera suerte lo llevará ante su abandonador padre/director mamila, y que acaba matando a una asistente del director para finalmente enamorarse de la criada de su madre, en su camino a la redención –involuntaria- de los crímenes de sus padres. La bastardización no sólo consiste en meterle a saco la historia del nuevo Prometeo que aquí sólo trae la suspensión del filme de su padre para salvar a los espectadores del mundo, sino en retomar la fama del cine rumano –bien ganada con grandes filmes que hemos podido ver en retrospectivas como la que trajo el Festival de Cine de Morelia hace un par de años- para ahora vender cualquier mediocridad. Su único punto a favor es el rostro endemoniadamente abierto, estremecedor y hermoso, como si fuera una herida, del actor Rudolf Frecska, una especie de Falconetti para el siglo XXI sin un Dreyer a su altura.

¿Qué haría el cine sin sus actores? ¿Cuántas carreras directoriales se deben más al talento o al magnetismo que irradian sus intérpretes? Dos filmes curiosos que nos sirven para llegar a buenas respuestas…



CAPITÁN AMÉRICA

COSTO DEL BOLETO: 50.00

PRECIO REAL: 25.00 (y sólo para Chris Evans)



DULCE HIJO

COSTO DEL BOLETO: 40.00

PRECIO REAL: 25.00 (y sólo para Rudolf Frecska)

ARE YOU TALKING TO ME?: PAUL SCHRADER

“Amé al cine porque me lo prohibieron” es la frase de un realizador y guionista norteamericano calvinista que fue criado bajo los más estrictos criterios de culpa y humillación que puede requerir dicha rama del cristianismo. Y esa fricción ardiente entre el pecado, la trascendencia y la tragedia de ser un humano fustigado por el deseo es el componente principal de toda su obra.



Años después de dejar su casa y escribir sobre cine en la UCLA, Paul Schrader se convirtió en guionista y el libreto del filme “Taxi driver” que escribió en diez días para que lo dirigiera su amigo Martin Scorsese, habría de catapultarlo en la historia del cine universal: “Are you talking to me?” es quizá uno de las frases fundamentales del cine de Hollywood, la actuación de De Niro y los diálogos de Schrader son canon de un cine alabado a morir… Con todo y lo reaccionario de la película (que el mismo ha comentado que la hubiera realizado de otra manera) fue ésta la que le permitió dirigir y seguir trabajando como guionista con un revolver a un lado de la máquina de escribir. Amado a veces por la taquilla (como con “Gigoló Americano”), por la crítica (como por sus guiones de “Toro salvaje” y “La última tentación de Cristo”), por los especialistas del cine (escribió un título importantísimo sobre el cine de la espiritualidad llamado “El estilo trascendental en el cine” respecto al trabajo de los maestros Dreyer, Ozu y Bresson) y vilipendiado hasta por sus amigos (la crítica Pauline Kael le atacó hasta la muerte y le dio la espalda cuando él se decidió a dirigir, contra la voluntad de ella), Schrader estará presente en el Guanajuato Film Festival de este año.



Mil historias se han contado de él (su fascinación por la violencia, su fascinación por lo gay –incluyendo su affair que acabó en manipulación con la andrógina Natassja Kinski-, que sin George Lucas jamás hubiera podido hacer su filme sobre “Mishima”, misma que escribió junto con su hermano Leonard, a quien se dice traicionó durante la filmación robándole créditos en cuanto a su participación en sus trabajos, razón por la que no han vuelto a trabajar juntos desde entonces, de acuerdo a Richard Biskind) pero sus acercamientos a las temáticas de la diversidad sexual son notables y fascinantes pues como diría uno de sus productores, Howard Rosenman “La gente como Schrader se sentía atraída por el mundo (de la diversidad sexual) porque comprendía que había algo religioso en ese cruce de sexo, muerte y éxtasis”.



En la mencionada “Taxi driver”, un taxista sicópata atiende su llamado a la pureza matando a unos padrotes pederastas, convirtiéndose de paso, en el héroe del día; en “Hardcore”, un calvinista como su padre busca a su hija, quien poco a poco se descubre no fue secuestrada como él pensaba, sino que ha huído de él para entregarse al mundo de la pornografía; Gigoló americano es la helada exploración de una serie de rituales alrededor del apareamiento por paga desde el punto de vista de un prostituto de lujo y, filmado a la manera de Bresson, explora la caída de gracia y el perdón; presente en Guanajuato, “Mishima” es la extraordinaria visión –de estética impresionate- de varios capítulos de la vida del escritor japonés más famoso por su suicidio colosal, su exploración poética y crítica de las costumbres de su país así como del color prohibido (imagen japonesa para referirse a la homosexualidad; un remake sobre incesto y bestialismo protragonizado por una subyugante Nattasja Kinski –quien volvió loco al director con su look andrógino y a quien acabó traicionando filmando su pubis, anatema para dicha actriz- “La marca de la pantera” es el último filme que realiza para los grandes estudios dirigidos por Don Simpson y Bruckenheimer (quienes con su ayuda y la del diseñador de producción Ferdinando Scarfotti, se reapropiaron de la estética gay para el cine y que crearon a varias estrellas, entre ellas, Tom Cruise, ejem y éxitos de taquillas como “Flashdance” o “Top Gun”); con guión de Harold Pinter, en Juego veneciano emprende un filme negro de gran belleza cuyo ambiente acaba eclipsando una historia perversa quizá demasiado rebuscada; el guión adaptado de “La última tentación de Cristo” para Scorsese lo lleva de nuevo al terreno religioso para tocar como hombre al mito religioso más grande jamás contado; y recientemente, presentado en una Berlinale y sin distribución comercial realiza “The Walker” otra representación de la culpa y la redención desde el punto de vista de un acompañante gay de esposas de políticos que se ve en medio de un crimen.



Cine para adultos mentales: todos éstas son películas extraordinarias sobre una lucha violenta y perversa entre el espíritu y el materialismo, que se pueden encontrar en cualquier tienda de videos –junto con Posibilidad de Escape, Affliction, Autofocus, Vidas al límite.

MALAS ENSEÑANZAS



¿Maestras que manipulan las pruebas nacionales de educación? ¿Robos de exámenes? ¿Exigencias de nuevo examen? ¿Manipulación sexual? No, no estamos hablando de los escándalos del sector educativo en México, sino de una maestra -GUAPA, o sea Cameron Díaz- que decide manipular a Dios y al Diablo en una escuelita de provincia, con tal de proveerse de un par de tetas espectaculares que le compren un hombre rico que la mantenga -sobre todo si viene en el empaque de Justin Timberlake!

¿Qué por qué funciona esta comedia? Varias las razones: un guión que sigue los lineamientos marcados por las mejores farsas de Moliere llevado a extremos hilarantes y sin ningún temor de ser políticamente incorrectos; una interpretación valiente y autoparódica de Cameron Díaz -como las que ya le conocemos de sus mejores comedias- y un retorno a la belleza de su rostro, que si bien ya empieza a mostrar su edad, logra mostrarnos una gran gama de expresiones que van de lo desesperado a lo juvenil a lo acabado a lo sensual y a todas las variables mezcladas con una rapidez y efectividad propias de Jim Carrey -sólo que sin la antipatía; y una moral del éxito a través del sexo que es escarnecida en todas sus formas (incluyendo un coito con ropa) a favor y en contra.

Si tan sólo uno pudiera salirse del cine cinco minutos antes, estaríamos ante un filme maléfico y perverso de humor grueso pero muy satisfactorio. En esta cartelera de vacuidades de verano, MALAS ENSEÑANZAS brilla endemoniada

MEDIANOCHE EN PARIS Y LA VERDAD ROMÁNTICA



Esta es una carta de amor a la Ciudad Luz, por ende la Ciudad Cine. Y es que uno se contagia del ánimo espléndido con que Woody Allen decidió abordar la historia de un guionista neurótico a punto de casarse con una mujer con la que sólo comparte naderías y que debe descubrir el significado del amor en una especie de francofilia (una bastante villamelona en la que se siente a gusto y maravilloso entre los americanos que se hicieron grandes en París y los artistas de la Belle Epoque) que deberá modificar su vida.

Para ello, Allen abandona el amor crítico que siente por su Nueva York maravillosa, la indolencia placentera por España, la ironía con la que trata a Inglaterra y vuelve a ese amor rosa que siente por París y que hizo volar ya a Goldie Hawn en una de sus películas, al borde del Sena.

De nuevo París hace que Allen musite: “Todos dicen que te amo” y se desata en “Medianoche en París” con un Owen Wilson que se mimetiza con el Woody joven, añadiéndole un patos y unas altas en el ánimo que nos regresa en pantalla a un Woody de tintes bipolares fascinado en sus noches mágicas con las locuras de su encuentro con sus héroes literarios (Hemingway, Stein, Fitzgerald, Barnes) y sus mujeres intrigantes (unas esplendorosas Marion Cotillard y Léa Seydoux –quien nos regresa a la adolescente enamorada de “Manhattan” Mariel Hemingway en lo que leo quizá de manera impostada como un homenaje) en oposición a las arpías americanas y corrientes (con Rachel McAdams al frente) que ni Henry James pudo criticar con semejante insidia e insolencia.

Medianoche en París es “Un tropiezo llamado amor” para turistas accidentales que habrán de encontrar su verdad romántica en la ciudad más hermosa del mundo (sólo sin el distanciamiento crítico de Kasdan). Y es también un canto sereno de vejez al esplendor del amor, el enamoramiento y las posibilidades enajenadas del sueño.

Pero escuchar a Carla Bruni hablar sobre la pedantería de un seudo crítico de arte (Martin Sheen, antes Tony Blair en “La reina”) o a Wilson burlarse de la extrema derecha tildándolos de no menos de idiotas, nos otorga un cierto placer maligno que va más allá de la diplomacia y la mejor ironía que rodea el amor a la Francia.

PRECIO DEL BOLETO: 50 pesos

COSTO REAL: 50 pesos