Dos de los filmes de la Muestra 52 de la Cineteca arrancan de un modo aterrador: con la muerte de los niños. Lars von Trier inicia su Anticristo con la visión de un osito de peluche volcándose de un golpazo contra la nieve después de seguir a su dueño, un niño que apenas empieza a caminar y que cae por la ventana mientras sus padres hacen el amor de una manera gloriosa. En Submarino de Thomas Vintenberg un bebé es bautizado bajo las sábanas por sus hermanitos, quienes hacen frente a la indiferencia fatídica de su madre alcohólica, robando víveres del súper para alimentarlo, todo antes de descubrirlo muerto en la cuna.
Ésta no es la única similitud de Trier con Vintenberg: juntos con otros tres directores formaron hace poco más de una década el movimiento llamado Dogma, una serie de regalas que abofetearon en su momento al mundo del cine, abyecto en su superficialidad, su efectismo y su buen gusto, olvidando al relato, la actuación y algunos otros ingredientes de la “pureza” del cuento cinematográfico.
La otra es que ambos son un par de daneses moralistas feroces y sus historias son críticas viscerales y cabronas sobre la sociedad primermundista en la que les tocó vivir. Los monstruos de Vintenberg son conocidos en México por tres filmes: Festen- La Celebración, en la cual el incesto es descubierto en una cena familiar de clase altísima rodeado de inmundicias tales como el racismo, la violencia intrafamiliar y la misoginia; en It´s all about love, la gente muere aquejada de un mal misterioso y sus cadáveres en las calles son una basura más en el camino de un hombre que ve a la mujer amada convertida en cientos de clones a los que no sabe cómo juzgar para dejarlos vivos o no; y en Dear Wendy (con guión de Trier) la presencia de una pistola en una escuela hace estallar a la América bárbara.
Cineasta del capitalismo deformador y de las víctimas incapaces de condicionarse en algo menos que humanos –como los que los rodean sin entenderlos-, Vintenberg nos ofrece en Submarino, con una fotografía en mano soberbia y a través de unos colores deslavados por las lágrimas que no vemos de los protagonistas, una historia desgarradora sobre los vínculos familiares imposibles, personajes masculinos sometidos tanto a la negación del afecto, como a la soledad que nos hace solidarios con los seres más abominables y a la necesidad de embrutecer al dolor –en este caso a través de las drogas-, misma que no deja espacio para devolver el amor más puro, aquel que nace y renace esperando ser entendido, esperando salvar. Un retrato devastador e importante en nuestro México devorado por la depresión, la droga y el machismo: no estamos tan lejos, no somos tan distintos.
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Arturín: si bien no coincidimos en el resultado de SOMEWHERE -y no quiero picar más piedra-, acá la opinión es compartida por completo. Un drama redondo con excelentes actuaciones y sin artificios: una muestra más de que el buen cine no requiere grandes presupuestos ni nada por el estilo. Vinterberg continúa con la tradición de violencia: física en FESTEN y moral en SUBMARINO. Felicitaciones por esa aguda observación de las muertes infantiles. Saludos.
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