domingo, 14 de noviembre de 2010
MATERIA BLANCA O LA REPÚBLICA DE SALÓ
En la nueva película de la soberbia directora francesa Claire Denis (dos obras clave: la homofílica Beau Travail y la caníbal Trouble Every Day) na familia francesa es asediada por el gobierno francés para que abandone esa colonia africana que está a punto de estallar y en la que aparte de un líder escapado que nadie conoce, se encuentra una célula de asesinos infantiles que buscan acabar con el “material blanco” (entiéndase por ello todo aquello que usan y consumen los blancos, así como a los blancos mismos). La matrona del clan –Isabelle non plus ultra Huppert- se niega pues está por cosechar sus plantaciones de café, mismas que le darán dinero y prestigio. Entonces comienza el infierno.
Y ese choque es el pretexto para narrarnos el deterioro de un país, la prostitución de las ideologías, la codicia banal, la traición intrafamiliar vuelta política, la rebeldía tornándose locura sicótica, la corrupción campeando por el país y el alma de sus habitantes, la venganza y hacia el final el sinsentido de la violencia permeando “intrusos” y dueños geográficos de la tierra por igual en un relato inasible como la cámara reptando al aire de Agnes Godard, que se dirige siempre a la yugular simbólica de los personajes y sus locaciones (la nuca de la mujer necia, las heridas de los asesinados, el sexo del adolescente enloquecido), del deterioro del ambiente (una Saló, un lugar africano innombrable con un pueblo en éxodo como las víctimas del narcoterror en nuestro país), o del terror asfixiante en granjas que van borrando sus sitemas de explotación para convertirse en sitios primitivos).
Concuerdo con el famoso crítico Peter Bradshaw: éste es el mejor filme de la Denis desde “Beau Travail” –un filme que encontraba claves sobre la virilidad romántica en sistemas militarizados- y a diferencia de Pasolini, se resiste a la estilización del mal, a nombrar un sistema político y a buscar víctimas inocentes.
Denis hurga en el mal y sus paradojas, en esa pus que corroe a ambos sistemas en pugna y que infectan las relaciones sociales y al interior de una familia “intrusa” de acuerdo al nacionalismo enfermizo, devastado, virulento y asesino de una nación pisoteada y explotada por racismo a niveles espantosos.
Aquí no hay inocencia, ni posibilidades de escape a una masacre más que física, espiritual. Material blanco ella misma, la Denis encuentra su propio Corazón de las Tinieblas y hace suya una hanekiana Hora del lobo. Nunca ha sido más sobrecogedor ver a una mujer con un arma en la mano, como a la Huppert aplastada y vuelta un demonio de tierra, desazón y odio, después de atestiguar el Apocalipsis en la tierra por todos tan temido – y a un paso de todos nosotros.
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