Un blog independiente por opinión, irreverente y apasionado, realista y soñador,
escrito por Arturo Castelán,
Fundador de Mix México: Festival de Diversidad Sexual en Cine y Video

domingo, 14 de noviembre de 2010

CONOCERÁS AL HOMBRE DE TUS SUEÑOS O LA CONDENADA FELICIDAD


Una joven y guapa mujer (Naomi Watts) ya está harta de ser asistente de una galería, de su marido escritor inútil (Josh Brolin) que la quiere embarazada, de su madre divorciada y deprimida (Gema Jones), de la puta que ha escogido su padre (Anthony Hopkins) para casarse de nuevo, y hasta del guapo jefe (Antonio Banderas) que igual la estimula, la excita y la ignora… Entra a escena una cartomanciana a la que considera charlatana, pero que le ofrece apoyo espiritual a su madre y poco a poco irá previendo o dictando el devenir futuro de la familia completa…

De nuevo irrumpe el pensamiento mágico en los filmes del maestro Woody Allen (recordemos “Alice”), quizá el único autor puro del cine americano, mismo que no ha tenido que llevar a cabo concesiones en una carrera constante en la que desde su posición abiertamente judía ha podido cuestionar desde las grandes aportaciones de su comunidad –el psicoanálisis, la gran tradición literaria- una serie de cuestiones generales como la muerte, la pareja, el sexo, la condición de pecado y la neurótica busca de la felicidad.

Summa de filmes anteriores, en “Conocerás al hombre de tu sueño” reaparecen algunos temas de otros filmes suyos, moldeados a esta comedia más “agri” que “dulce”: el malestar de la Watts no es ahora físico como el de “Alice”, pero al igual que sus antecesoras allenianas (la mayoría personificadas por Mia Farrow o Judy Davis), sí cuestiona su zanganismo burgués y, descreída, se acerca a lo desconocido y a los enfrentamientos por ser la primera en cometer adulterio (a lo “Hannah y sus hermanas” o “Maridos y esposas”); su marido tiene el encanto castrado de Michael Caine en “Hannah…” y el descaro cínico y rastrero de los grandes culeros allenianos como los de “Match Point” y “Crímenes y pecados”, sin llegar aquí al asesinato; la puta inocente que acaba metida en los traumas pre-senectud de Anthony Hopkins es una “Poderosa Afrodita” via “Deconstruyendo a Harry” via “Maridos…”; la madre inútil y deprimida pero rica y fácil de complacer en su represión disfrazada de tolerancia, es hija de “Alice” y la madre ida de “Interiores”; por último, el padre putero es “Harry” y las contrapartes de todos los personajes femeninos mencionados, así como la seductora de ascendencia hindú es una mezcla exótica de los personajes entrañables personajes concedidos por Allen a Juliette Lewis o Mariel Hemingway.

Algo hay perdido en la comedia del maestro Allen pues no se puede señalar siempre los mismos defectos en la pareja que ha mostrado en sus obras maestras anteriores sin repetirse un poco –o sin ser saqueado por directores más (como Lisa Cholodenko) o menos talentosos (como Edward Burns o incluso el nacazo de Appatow). Su romanticismo absurdo ahora se instala dirigido a todas las edades (sin la rosa gagá de Marshall, por ejemplo). Lo neoyorquino descansa (aunque Londres, España y París se le han entregado con gran fortuna y como anillo al dedo). Pero algo hay ganado en la suavidad con la que ahora aterriza su pesimismo en nuestros corazones: ya no hay bofetadas como en los finales de “La Rosa Púrpura del Cairo”, “La otra mujer” o “Interiores”, pero ahora a su discurso de ensamble corrosivo, intelectual, austero y muchas veces desternillante, ya no puede responderse más que asintiendo doloridos.

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