miércoles, 27 de octubre de 2010
SOMEWHERE O LA ESTÉTICA DE LA SOLEDAD AMERICANA
¿Cuánto hay de un padre en su hija? ¿Cuánta transparencia puede ofrecer un artista respecto a su vida? ¿En que lugar del corazón se sitúa y cómo logra expresarse? Estás son tres de las cuestiones ,evidentemente biográficas, esbozadas en el cuarto largometraje de Sofía Coppola, una de las grandes estetas del cine actual enclavada en el posmodernismo, capaz de crear un renacimiento de culto a cineastas olvidados como Antonioni (cosa que hizo cuando estrenó “Perdidos en Tokio”).
En las imágenes de sus filmes abrevan los mejores pintores y fotógrafos americanos o que han hecho paisajismo de su país y en “Somewhere”, los homenajes a Hockney, a Mark, a Hopper –y a Hooper, claro- nos imbuye en una nostalgia y una melancolía difíciles de sacudir. Esto es obra de Harris Savides, su fotógrafo de cabecera y maestro de la imagen americana, quien es para Coppola lo que Gordon Willis fue para su padre en su cinta icónica “El Padrino”: un artífice del Sofia Coppola look, mismo que baña incluso la obra de artistas de la lente como Paul Jasmin, a quien ella misma le prologó su famoso libro “Lost Angeles”.
En estos ambientes pictóricos angelinos sólo habita y deambula la desesperación de seres anclados al materialismo que infecta sus decisiones: el personaje principal –protagonizado por un cada vez más hermoso Stephen Dorff- es un actor famosísimo en proceso de divorcio que vive en el Chateau Marmont, estragándose con alcohol, sexo, medicamentos, table dancers, mensajes terribles de su ex y reclamos de amantes a las que no recuerda. El Guitar Hero, el helado italiano y la belleza creciente de su hija (Elle Fanning) es lo único que le permite salir a veces de su marasmo y su dolor, habitable e imposible de musitar.
Pero “Somewhere” es también un filme elusivo y elegante como los que acostumbra ofrecernos la directora: aquí la frase que no escuchamos en el elevador de Perdidos en Tokio es cubierta por el sonido ensordecedor de un helicóptero a punto de despegar y arrancada tras un reclamo que se sabe insatisfecho desde antes de musitarlo.
Doloroso y pesimista, “Somewhere” es el retrato estoico de un amor imposible, que contrastado a la idea que Francis Ford Coppola tenía sobre la infancia de su hija (vease el capítulo “Un mundo sin Zoe” en el filme tríptico “Historias de Nuva York”) nos revela aunado a una secuencia devastadora, la terrible búsqueda de un desapego imposible. Así como “Perdidos en Tokio” era un comentario amargo de la Coppola respecto a su matrimonio fallido con Spike Jonze, “Somewhere” es también un ajuste de cuentas con un padre herido y ciego ante el amor incondicional de su hija.
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