miércoles, 27 de octubre de 2010
COPIA FIEL O EL ARTE DE LA IMPOSIBILIDAD DE AMAR
Muchas de las historias de Kiarostami tienen como figura principal a una mujer observada a través de una cámara que sostiene la toma por largas secuencias llevándonos como Bergman al mapa de su rostro, el que a veces hermético, logra quizá en algunos momentos confirmar o desmentir lo que dicen sus labios. Esa es otra característica del director: la presencia del discurso, la búsqueda de un interlocutor válido que igual permita que una niña obtenga el globo blanco que le obsesiona hasta el agobio, o que le cuestione su rol como mujer en una cultura machista, o que igual la incite a un juego descorazonador de fantasías y espejos a lo Robe-Grillet, a lo Resnais.
Porque como bien lo comenta su protagonista masculino en el discurso del principio de “Copia fiel”: la copia es importante y quizá aún más hermosa e importante “pues termina por llevarte al original mismo”. Y es aquí donde arranca el dualismo con que está construido este filme sencillo y sublime, un dualismo simbólico, dividido, difícil pero espléndidamente complementario, antagonista la mayoría de las veces y convertido al final en un juego de representaciones donde nuestra percepción como espectadores forma parte activa.
Un escritor teórico del arte y la posmodernidad que no confía tanto en su obra, sino que la aborda para convencerse a sí mismo. Una anticuaria que parece entender que este es el hombre de su vida a partir de lo que ha leído de él, lo que le dice y lo que proyecta para entender el sinsentido de la separación amorosa. Decenas de parejas alrededor, bodas, novias neuróticas, discursos estéticos, matronas repletas de sentido común, secretos y mentiras, aclaraciones desengañadas.
“Lo importante no es el objeto en sí, sino la percepción de su público” comentan los protagonistas sobre la obra de Jasper Johns o de Warhol, pero también es la base de este filme extraordinario que puede ser tanto un traslado de texto semiótico sobre el copismo en el arte a la imposibilidad de sostener el discurso artístico en la vida cotidiana, como un retrato de la desesperación femenina que se desbarata verborrágica a lo Cassavettes, o también una comedia sofisticada, romántica y cruel como el Summertime de Lean, o una historia de desencuentro a lo Sophia Coppola, todo ello alrededor de una fantástica Juliette Binoche que sigue trabajando al interior de su talento como si aún estuviera personificando a esa evanescente madre titiritera de El Globo Rojo de Hou Hsiao Hsien, a la viuda renaciente del Azul de Kieslowski, a la palomilla asustada de La Insoportable Levedad del Ser, a la espléndida Ackermaniana de Un Romance en París, o a la portadora de secretos de El Paciente Inglés, enriqueciéndolas robusta y rotunda con su prodiga alma de actriz, artista y fou estraordinaria!
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