miércoles, 27 de octubre de 2010
ANTICRISTO O LOS DUELOS MAGNÍFICOS
En el nuevo filme de Lars von Trier, eterno provocador y resucitador del cine con su movimiento Dogma (en conjunto con Vintenberg, de quien veremos otro filme en esta deliciosa y nutritiva Muestra), se explora de manera exacerbada y extra-limitada, lo que se conoce como una teoría pagana de la sexualidad en la que lo apolíneo es representado por el hombre, la civilización y su constante lucha con lo dionísico, representado por el caos y el hedonismo. Sólo que como basamento, se encuentra absorbiéndolo y aplastándolo todo, lo daemonico –lo mágico, lo oscuro, lo hermético, la mujer…
“Ya nadie analiza los sueños. Freud pasó de moda”… le espeta Charlotte Gainsbourg (enorme actriz) a su marido en el filme, Willen Dafoe (volviendo a las grandes ligas de actuación). Pero en Anticristo, es una pesadilla real (la muerte de un hijo) la que desemboca en otra más perturbadora que borra lo onírico de lo sicológico terapeútico y los tabúes ente esposos, paciente y médico: entre civilización y naturaleza, entre sicótico e iluminado.
Sí, von Trier en este filme se muestra más bergmaniano que nunca aún cuando este filme lo dedica a la memoria del ruso maestro Andrei Tarkovski y el final lo acerque igual a obras herméticas que a filmes gore de terror: la madre del vástago muerto entra durante nsu periodo de dualeo, en una crisis depresiva horrorífica de pánico, de la que su marido sicólogo intenta rescatarla a través de una terapia que la hace fundirse con la imagen que más teme: la naturaleza y que termina por desnudarla maléfica, al confrontarla con sus manías enfermas convertidas ahora en recuerdo. Y con ese disparador, es que ella acaba desbordándose para convertirse en una planta carnívora que convertirá a su marido en Mártir del Calvario o en Judas quizá, acompañado de una santísima trinidad apocalípticas representada por un cuervo, un zorro y un venado.
Estamos ante una de las obras más complejas que convierte de manera salvaje tanto a las “Escenas de un Matrimonio” bergmaniano en un retrato torturado como a la “Persona” en que los personajes acababan por convertirse el uno en el otro, en un proceso vampírico que aquí se materializa gore, una vez desaparecidas las huellas de la civilización. Las clasificaciones de víctima son imposibles de añadir a los personajes con certeza. El sexo gráfico compite con la más pornográfica violencia y los más angélicos planos de muerte infantil.
Tan devastador como sorprendente, hermoso y repugnante a la vez, duelo de actuaciones desmedido, estudio sobre la misoginia, representación retorcida de un duelo, perturbadora adoración a la mujer, complicada relectura bíblica, este filme se convierte un verdadero modelo de armar a la hora de las interpretaciones que uno puede esbozar –igual cósmicas o mitológicas, que feministas o misóginas y todo lo que existe en media.
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