jueves, 14 de julio de 2011
DIRECTOR GAY, PELÍCULA MAINSTREAM?
Si por nuestra cartelera comercial mexicana, el cine mundial fuera juzgado, concluiríamos que sólo a los directores homosexuales les interesa una narrativa efectiva, los personajes misteriosos, el humanismo, la estética mesurada, la delicadeza en las expresiones de sus actores, en fin, la inteligencia cinematográfica.
No ahondaremos en las razones por las cuales la experiencia heterosexual tiene un resonancia impresionante cuando ciertos y reconocidos creadores (directores y guionistas) tocan dichas temáticas como George Cuckor que construía con oropeles y lágrimas a la mujer americana, Tennessee Williams que escribía sobre lo que hay debajo de las cobijas de los matrimonios disfuncionales (¿acaso hay de otros?), Todd Haynes y la reverberación de la desesperación de hombres y mujeres a través de las épocas y un enorme etcétera.
Pero algo que vale la pena comentar es que el acercamiento de estos directores al cine mainstream no los ha condicionado a volverse complacientes o desinteresados en un nivel que ya habían adquirido. Es una lástima que la respuesta del público si sea manipulada para ser llevada a un Hamelin de terceras y cuartas dimensiones con fecha de caducidad.
En el caso de Jodie Foster (realizadora y actriz enorme quien de hecho no ha dicho “esta boca es mía” a los medios respecto a su orientación sexual) y su “Mi otro yo/ The Beaver”, la construcción de un personaje deprimido que encuentra una forma sicótica de agarrarse a la vida a través de un muñeco, le permite explorar la otredad que existe dentro de todos nosotros: en un muñeco le da vida a esa voz interior, a nuestro alter ego. Y en un actor al que adora (Mel Gibson, ese director con tan mala fama en el mundo gay, judío y varios etcéteras), la Foster se arriesga a comentar sobre una desconexión con el amor, con lo que puede completar a una existencia aparentemente vacía que infecta con el ejemplo, la vida amorosa de su hijo.
El final conmovedor se vuelve aún más sorprendente en la sala cinematográfica, cuando la gente al fin lee que Jodie Foster además de actuar, dirigió esta historia. El reconocimiento con los personajes se ve coronado con expresiones de asombro y algunos aplausos.
John Cameron Mitchell (también actor de cabaret y realizador a quien recordamos por Shortbus y Hedwig) explora en “Al otro lado del corazón/Rabbit hole” una pérdida familiar personal, a través de la adaptación de una obra teatral de , quien nos entrega a una Nicole Kidman catatónica por el dolor, y a la vez conectada a éste en un nivel espiritual íntimo, lo que le permite deleznar terapias y raciocinios, para entonces superar la muerte de su hijo pequeño, aun cuando alrededor suyo se encuentra el mundo aconsejándola, apapachándola, sufriéndola, asfixiándola. Ingmar Bergman habita en este guión y estos personajes. La Kidman regresa a su rostro normal y a sus ganas de actuar. Mitchell le baja a la música para provocarnos ahora con sus enormes dotes de director de actores, tocando de nuevo sus temáticas de mutilación, diferencia y exploraciones no freudianas. Un filme grandioso que cimbra con su ampulosa falta de espectacularidad.
“Mi otro yo” y “Al otro lado del corazón”.
Precio del boleto: 50 pesos
Precio real: NO TIENE PRECIO, CORRA A VERLAS.
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