Un blog independiente por opinión, irreverente y apasionado, realista y soñador,
escrito por Arturo Castelán,
Fundador de Mix México: Festival de Diversidad Sexual en Cine y Video

miércoles, 1 de junio de 2011

CINE CAPITAL

Menos exuberante y descomunal que el fantástico FICCO que comandaba Paula Astorga (un referente imposible de superar), aunque con una buena cantidad de anuncios sobre Reforma y en varios camiones; centrados sus estrenos sobre todo en los Cinemark Reforma, Polanco y Lindavista; y con una programación derivada sobre todo del Festival de Locarno (además de una vasta exhibición de filmes nacionales ya estrenados en años anteriores), se presenta en nuestro DF la primera edición de Cine Capital (concebido por la Secretaría de Cultura del GDF) con algunas dificultades de puntualidad y de exhibición digital.
La muestra de filmes internaciones de estreno en el país está siendo recibida por una audiencia irregular que sin embargo abarrotan las funciones de cine mexicano, gracias a una buena promoción a través del Facebook.


“Los labios” de Loza y Fund es un seco filme argentino sobre la fuerza de la mujer y las condiciones de su aislamiento o indiferencia en el microcosmos latinoamericano de un pueblo. Todo ello retratado a través de la moda del cine contemplativo.


“Hotel Atlántico” de la maestra brasileña de cine Suzana Amaral, es una fábula picaresca erótica y una road movie interior que termina en amistad entrañable y pérdida metafórica de una pierna, sobre un actor que intenta escapar de su destino siguiendo un mapa contradictorio que se invisibiliza a cada paso que da.


“Vi al diablo” de Kim Jee-Woon (de quien vimos en FICCO “Spider Forrest”) es un filme maravillosamente filmado, endemoniadamente aterrador y de gore difícilmente visible sobre el enfrentamiento de dos sicópatas incapaces de alejarse (el
guapísimo Lee Byung-hun y el increíble “Old Boy” Choi Min Sik), encadenados a través del sadismo e incapaces de dominarse el uno al otro.


El melodrama vuelve con tubo al cine mexicano y con una efectividad pocas veces vista en “La otra familia” de Gustavo Loza (“Atlético San Pancho”), una respuesta en clave gay y clasista a “Sexo, Pudor y Lágrimas”. La soberbia del paquete de actores televisivos es Nailea Norvind, ausente en la función de presentación.


El director polaco Jerzy Skolimovski (de quien vimos en FICCO su regreso al cine gracias a “Cinco noches con Anna”) presentó ante el público dominical tempranero a su filme “Asesinato Esencial” como “su mejor película”. En ella Vincent Gallo va perdiendo su humanidad al ser perseguido como talibán por ejércitos de perros, helicópteros lanzabombas y la peor crueldad humana posible. Un ejercicio grandiosamente filmado que quizá se pierde en la metáfora crística y un antibelicismo imposible.


Una bellísima Eva Green comanda “Womb” del esteta extremo Benedek Fliegauf (de quien vimos en FICCO “Milky Way”), una visión bellísima, contemplativa y clonofóbica al mito de Fedra, condenada al ¿incesto? con su ¿hijo?, mismo que deambulará sin asidero en un mundo que le condena, le evita y lo discrimina.


De Jeanne Lebrune, “Trato Especial” es un pésimo comparativo en clave de comedia entre la compra de intimidad a través de la terapia sicológica a cambio de especialistas mercenarios y la compra de sexo a través de la prostitución de una mujer ya hastiada de trabajar en la misma. Lástima de Isabelle Huppert incapaz de levantar semejante muerto.


El cuento libertino francés y la picaresca española son retomados por Marco Berger desde Argentina en su filme “Plan B” a través del cine de la masculinidad sentimental que cuestiona aquí las ligeras líneas existentes entre seducción y enamoramiento, la mentira y el amor, así como de la orientación sexual y las nuevas construcciones sociales de lo que significa actualmente ser hombre. Un dúo protagónico con una química explosiva y un dejo de Billy Wilder en sus mejores momentos, que son los de la comedia.


Antonioni vive en una joven esteta de mirada lúcida y malevolente llamada Maren Ade, quien en su brillante largometraje “Everything else” reflexiona sobre el terror de la pareja: la incomunicación que los torna una isla salvaje en la que ambos son rehenes de sí mismos y del otro. La prolongación inequívoca y al parecer interminable de lo que Antonioni denunciaba como “el erotismo enfermo” que transita en las venas de nuestra sociedad.


En “Adrift” de Buic Thac Chuyen, varias mujeres ven cambiar su vida después de una boda. La casada se descubre necesitada de un erotismo ausente por parte de su novio; su amiga, una solterona escritora, le descubre la miel y la hiel de la infidelidad al pasarle a un antiguo amante; y una vecina de ambas, menor de edad, se revela como la única capaz de conectar con el novio. Una foto espléndida y una exquisitez rayana en lo virtuoso.


En “Jo for Jonathan” del canadiense Maxime Giroux, el amor entre hermanos se mueve multifacético desde la imitación inconsciente a la rebeldía, del reto a la unión solidaria, de la tragedia a la devastación. Propuesta cero drama y cero chantajes que huye de clichés aún dentro de la fórmula, hasta llegar a una contundente escena final –sin escapatoria.


Ganadora de el Festival de Turín hace un par de años, “La boca del lobo” de Pietro Marcello, ocurre entre fronteras: la ficción y la realidad, el cautiverio y la libertad, la masculinidad exacerbada y la transexualidad, el recuerdo y un futuro desconocido. La nostalgia no mata, ayuda a vivir y en este filme le da sentido al amor entre found footage, entrevistas, registros que se van empapando de ficciónn ante la cámara.


Y “El baile de San Juan” de Francisco Athié (presentada en el pasado Festival de Morelia) es inexacta en cuestión de fechas y nombres, pero exacta en retratar la corrupción sexual de la Iglesia y las cortes en el virreino de la Nueva España. Con un reparto en el que domina la romehriana Arielle Dombasle (la “Miroslava” de Alejandro Pelayo) como el vértice de mando en una estructura geométrica de sexo, brujería, mentiras y secretos, la película adolece por un protagonista de verde interpretación. Pero en el filme hay algo entre lo exquisito y lo adocenado (como diría el maestro Ayala Blanco) que funciona gracias al músculo directorial de Athié. Una apuesta grande a un público quizá difícil de llevar a las salas para ver la última película Bicenteneria del sexenio.

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